La irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha transformado la forma en que las empresas toman decisiones. Desde el análisis predictivo hasta la automatización de procesos, la IA promete velocidad, precisión y una nueva dimensión de eficiencia estratégica. Sin embargo, esta revolución tecnológica también plantea interrogantes clave: ¿cómo asegurarse de que los algoritmos no reemplacen la intuición ejecutiva? ¿Dónde está el equilibrio entre datos duros y visión humana?
Lejos de ser una amenaza, la IA puede convertirse en una poderosa aliada si se integra con criterio estratégico. Su verdadero potencial no radica en decidir por los líderes, sino en potenciar su capacidad de análisis, anticipar escenarios y reducir la incertidumbre. La clave está en no delegar el pensamiento, sino en amplificarlo con herramientas inteligentes que fortalezcan la toma de decisiones desde la evidencia y la experiencia.
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